Cartas de Amor
Que decir amiga mía, que decir de verdad cuando manda
el cuerpo y los
> recuerdos...
> Basta que haya un mínimo estímulo, un recuerdo
certero o alguna inflexión
> tuya para que se desbande la memoria, los buenos
momentos y los secretos
> llenos de locura. A veces me pregunto porque y a
veces me dejo ir en estas
> sensaciones peligrosas. De alguna forma tiendo a
idealizar el pequeño
> microespacio que se daba cuando tú y yo estábamos
encapullados en tu cama,
> porque lo ideal terminaba cuando nos parábamos y
había que salir al mundo,
> creo que habríamos sido buenos como enamorados
adolescentes, nuestra
> fortaleza estaba en nuestra horizontalidad como
decías tú.
> A veces siento la necesidad de esa intimidad
irresponsable cuando la
> exclusividad y la complicidad de lo que ocurrió
vuelve a mis pensamientos,
> incluso en medio de circunstancias personales
delicadas. Se que es
> descabellado si es que no otra cosa peor. Para que te
voy a mentir, me
> gustaría volver a vivir esa pasión desenfrenada. Pero
honestamente cuando
> siento eso estoy pensando con la testosterona y con
otra cosa, me da
> lata, porque eso significa que internamente no puedo
sublimar ni trascender
> nuestra accidentada aventura juntos. Quizás ni
siquiera debería intentarlo.
> Pero en medio de mis debilidades recurrentes está el
casi sentir tu piel,
> casi sentir tu boca, la sensación de tu cuerpo
delgado sobre el mio.
> Me rio pensando que si te envio este mensaje quizás
después te pida
> disculpas. Así soy de contradictorio, aunque ahora
creo que es el pudor que
> pelea contra mis testículos.
> Debo por fuerza ser algo cauteloso para sobrevivirme, es
decir que me tengo que
> detener para verbalizar los hechos. Aun repiro hondo
acordándome de aquella
> noche extraña con olor a manzanilla y semen. Me gusta
como fueron las cosas,
> esas cosas, las enormes sacadas de ganas que nos
mandábamos, las largas
> noches de locura, saliva y jugos vaginales, las tardes enteras llenas de
caricias, el hacer nada que
> no fuera darnos el uno al otro placer y más placer,
absorbidos el uno en el
> otro, manos, bocas, piernas, nalgas, sexos, narices,
dedos, creo que en cierta
forma me gusta acordarme y que de una hebra
llegue el ovillo sin
> mucho trámite.
> Dime si no es agradable acordarse de ese cumpleaños
que terminó con la
> oscuridad absoluta llena de sabores y de sensaciones,
a veces vuelvo a
> sentir tu peso sobre mí y veo claramente la forma que
tú y yo componíamos,
> una pierna por aquí, una boca por allá, una mano
cogida de otra piel, una
> respiración pesada, el cabalgar de tu torso desnudo, empalada en mi, y el ovillo crece y crece, y
no sólo el ovillo por
> desgracia.
el cuerpo y los
> recuerdos...
> Basta que haya un mínimo estímulo, un recuerdo
certero o alguna inflexión
> tuya para que se desbande la memoria, los buenos
momentos y los secretos
> llenos de locura. A veces me pregunto porque y a
veces me dejo ir en estas
> sensaciones peligrosas. De alguna forma tiendo a
idealizar el pequeño
> microespacio que se daba cuando tú y yo estábamos
encapullados en tu cama,
> porque lo ideal terminaba cuando nos parábamos y
había que salir al mundo,
> creo que habríamos sido buenos como enamorados
adolescentes, nuestra
> fortaleza estaba en nuestra horizontalidad como
decías tú.
> A veces siento la necesidad de esa intimidad
irresponsable cuando la
> exclusividad y la complicidad de lo que ocurrió
vuelve a mis pensamientos,
> incluso en medio de circunstancias personales
delicadas. Se que es
> descabellado si es que no otra cosa peor. Para que te
voy a mentir, me
> gustaría volver a vivir esa pasión desenfrenada. Pero
honestamente cuando
> siento eso estoy pensando con la testosterona y con
otra cosa, me da
> lata, porque eso significa que internamente no puedo
sublimar ni trascender
> nuestra accidentada aventura juntos. Quizás ni
siquiera debería intentarlo.
> Pero en medio de mis debilidades recurrentes está el
casi sentir tu piel,
> casi sentir tu boca, la sensación de tu cuerpo
delgado sobre el mio.
> Me rio pensando que si te envio este mensaje quizás
después te pida
> disculpas. Así soy de contradictorio, aunque ahora
creo que es el pudor que
> pelea contra mis testículos.
> Debo por fuerza ser algo cauteloso para sobrevivirme, es
decir que me tengo que
> detener para verbalizar los hechos. Aun repiro hondo
acordándome de aquella
> noche extraña con olor a manzanilla y semen. Me gusta
como fueron las cosas,
> esas cosas, las enormes sacadas de ganas que nos
mandábamos, las largas
> noches de locura, saliva y jugos vaginales, las tardes enteras llenas de
caricias, el hacer nada que
> no fuera darnos el uno al otro placer y más placer,
absorbidos el uno en el
> otro, manos, bocas, piernas, nalgas, sexos, narices,
dedos, creo que en cierta
forma me gusta acordarme y que de una hebra
llegue el ovillo sin
> mucho trámite.
> Dime si no es agradable acordarse de ese cumpleaños
que terminó con la
> oscuridad absoluta llena de sabores y de sensaciones,
a veces vuelvo a
> sentir tu peso sobre mí y veo claramente la forma que
tú y yo componíamos,
> una pierna por aquí, una boca por allá, una mano
cogida de otra piel, una
> respiración pesada, el cabalgar de tu torso desnudo, empalada en mi, y el ovillo crece y crece, y
no sólo el ovillo por
> desgracia.