jueves, marzo 03, 2005

Revanchas

Aquella vez que me rastreaste con excusas comerciales, que llegaste a mi oficina toda arregladita tan parecida a la memoria que tenía de ti, cuando me hablaste de que amabas a tu marido, cuando me pediste perdón por lo que había pasado al final entre nosotros, cuando vi tus lágrimas, cuando posaste tus manos en las mías, cuando te culpaste de todas las penurias que supuestamente yo pasé por ti sentí desde muy abajo que tenía que aprovecharme de ti. Delgadita y complaciente en tu traje azul no esquivé tus llamadas periódicas, escuché tus historias, comencé a sentir de vuelta el deseo de antes, pero redoblado por la deliciosa circunstancia de que tu marido había sido la causa de nuestra preterita ruptura. Doble beneficio. Recuerdo que esa vez que te llevé a tu casa me pediste que me demorara, que nos detuvieramos en un rincón oscuro. allí fue que comenzamos a acariciarnos y a besarnos. Allí fue que entre suspiros y jadeos me declaraste no haber olvidado lo nuestro, que tu marido no era ni la sombra de lo que yo fui para ti, allí fue que tu misma solicitaste que te llevara a un motel, pero no esa noche, no así sobre caliente, no con mis manos reconociendo lo que ya habían olvidado, no sin que te pusieras el dispositivo anticonceptivo.
Cuando hablaste por el teléfono la mañana siguiente y me declaraste estar preparada (ya estoy lista para ti), yo ya no quería dar ese paso.
A veces me arrepiento de haberme perdido ese festín seguro de sexo sin tapujos ni ascos, sin culpas y con una dosis placentera de morbo y de adulterio. No olvido que me habías dicho, me habías jurado entre resoplidos y besos que estabas dispuesta a todo.
Lo que me detuvo hasta hoy me resulta curioso, pero no fue tan curioso que intentaras tiempo después reencender el fueguito aun un par de veces.
Pero lo verdaderamente curioso fue que un año después no supe más de ti, cuando te enfureciste porque andaba con otra mujer casada a la que iba a ver a su casa por las noches (que odiaba los condones y usaba píldoras).
Quizás no debí contarte esa historia, cuando ya habías echado a tu marido de la casa.
O quizás esa fue mi verdadera revancha.

2 Comments:

Blogger Sra. Chayo said...

Hartas cosas que decir.
Me gusto tu post, y no si me gustan tus post de caliente o porque escribes muy bien, de todas formas la confusión desaparece porque me gusta. JOjojo. Lo otro es que parece que me paso algo parecido a lo de la chica que dejaste en suspenso, con ganas. Y aunque yo no boté marido, si bote mucho tiempo. Creo que es una buena revancha, pero no la mejor. Creo que de alguna forma aún la imaginas sobre ti, o bajo ti, o al lado de ti.. o vaya a saber uno como. Nose porque me extiendo tanto, es que debe ser proyección.
Ah conrespecto al post, visite a hiperlucidez... y me queda una duda... quizas sea muy obvia la repuesta pero creo que tu lo sabes ¿para que guardar fotos de tus amigas desnudas?. Lo pregunto porque me pidieron una y yo acepte, claro que acepte... el problema es que antes de la foto vino la revancha y quede con pose, posa y todo. UN abrazo a la distancia. Cloe.

1:20 p. m.  
Blogger Cpunto said...

Hizo bien, hizo bien en dejarla, tal vez todo lo bueno de ella, la buena piel y los buenos besos era puro adorno que la melancolía suele ponerle a aquellos que dan vueltas en la memoria de uno, algo como un revestimiento bueno bonito y barato de vinyl siding.

12:56 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home