lunes, mayo 16, 2011

Derrumbe

¿Cuántas veces?... ¿cuantas horas debo leer tu negativa para que la conformidad ingrese a este fenómeno pensante?, ¿qué más debo hacer para salir de esto y seguir adelante?. La desesperación me ataca con disonancias que me parten los tímpanos. Digamos que debo huir de ti, digamos que no quiero, digamos que mientras más me quedo más me dueles, que mientras más cerca más lejos, que las palabras huyen de mi y me intoxican podridas entre mi pecho y mi cabeza y mi sexo. Puta desdicha, deliciosa miseria que clava su colmillo infeccioso en la herida abierta contaminando todo, tiñendo de negro las aguas, los tejidos, las rocas, los huesos y las sonrisas. Puta ironía, sarcástica guadaña que me clava los dedos y me demuele. Doloroso desamor, doloroso deseo sin eco ni espacio en el que respirar. La rueda de esta máquina atroz gira lentamente sobre mis dedos, triturando mi pelvis, mi nariz y mi cráneo, recordándome que soy apenas un puñado de arena y grasa en la berma de un camino cerrado, soy la pregunta que no se formula, soy un saco lleno de los escombros de lo que pudo haber sido un hombre, de no haber mediado tu silencio, tu otro mundo y mi torpeza infinita.

jueves, mayo 05, 2011

Canción de amor

Como voy a estar molesto, como voy a dejar que me atrape la amargura si debajo de todo asoma tu duende. El problema es otro, mi amor, el problema es cómo voy a vivir ahora sin este aire tibio que se me impregna y se mete por mi piel y mi sangre.
Me escondo pero no sirve, camino y no sirve, duermo y no sirve, no hay dónde huir, ya no hay como esconderme del tsunami que me persigue, desde hace un tiempo ya que el terremoto viene acumulando su fuerza ciega entre mis costillas, en mi cabeza y me asusta, parece querer quedarse abandonándome a mi inexistente capacidad de soportarlo.
Tu inocente complicidad me acorrala y no hay argumento realmente bueno que me rescate de este deseo, este vacío en el que se consume mi hambre y este tierno y resignado deseo.
En medio de estos días, buscando la paz que me rehúye, dejo caer los brazos rendido y dejo que la ola me abofetee.
Que no me quieras con la misma convicción con que yo no quiero quererte trastorna mi sentido del deber y mi sentido del orden.
¿De qué mierda se trata esto?
Mis horas te buscan, maldición, dulce y maravillosa maldición. Soy el fantasma que huye de sus sentimientos y no quiere huir de ti. Soy el que te espera en el frío de la tarde para ceñirte con un lazo invisible, el abrazo que no desea terminarse, el que cierra los ojos para verte mejor.
Y no entiendo por qué cada decisión me acerca un poco más a ti, por qué algo en mí busca tan porfiadamente la huella que descarrila contra tu camino, por qué en lo invisible mi ángel ronda y respira en torno tuyo y desea entrar en tu atmósfera y quedarse ahí, no sé sabe por cuanto tiempo, quizás sólo el suficiente para poder verte bien, de cerca, y luego aprender a vivir sin ti, para abrir los ojos y poder agradecer el milagro sin derrumbarse.
Porque ya no sé querer quererte, congelado espero que la ola pase sobre mí para luego abrir los ojos e ir leyendo las instrucciones de este manual de supervivencia, en el que he escrito que debo martillar y martillar hasta desintegrarlo a este amigo que quiere y no quiere quererte un poco más que solamente quererte, y cuyo desborde está arribando sin pausas al límite mismo de la palabra imposible.

Mi corazón está cautivo en tu órbita.