lunes, enero 31, 2005

El tamaño

No importa porqué. pero no puedo olvidar ese momento entre feliz y grotesco en que me pediste que desistiera. Fue cuando quisiste volver conmigo, quien sabe porque y yo estaba preocupado de otras cosas e igual acepté, quizás por tu habilidad erótica, quizás porque aun me dolía imaginarte haciendo con otro lo que me hacías a mí. Eramos chicos, ¿veinte años?. Y entonces me vi de nuevo envuelto en tu modo medusa, succionado por tus besos, cogido por tus manos, palpando y reconociendo la piel suave de tu culo, tus pezones espesos, el rápido lubricarse de tu entrepierna. Entonces intentando abrirme paso, sintiendo el fuego húmedo de tu sexo en mi sexo, me pides que desista, no por las pildoras, no por preservativos. Tu voz afiebrada todavía me provova curiosidad aun al recordar tus incomparables y acusadoras palabras... "el tuyo es más grande".

viernes, enero 21, 2005

Lo que no te digo

Esta bien, reconozco que alguna vez estuve enamorado de ti. Reconozco que bailando abrazados mi cuerpo se descomponía y erizaba. Me dolió cuando decidiste no intentar darme en el gusto de probar. Entonces me dolieron tus minifaldas, tus rodillas, tu pelo, tu olor, tu pecho bailarín. Hoy que decides verme y que ya no siento aquello, que somos tan diferentes ¿cómo te explico el deseo rencoroso que me provocas? o peor aun ¿cómo me lo explico que ni siquiera siento otra cosa que un cariño sin piel ni humedades?

martes, enero 18, 2005

Medias Negras

Eramos mucho más jóvenes A veces te ponías esas medias negras que dibujaban tan bien tus piernas. Un problema eso si deslizarlas y deshacerse de ellas. Pero no consigo olvidar el roce sedoso de tus piernas envueltas en medias mienras allá abajo tu lengua reconocía otro sabor y la textura de mi piel desenvuelta.

lunes, enero 03, 2005

El Verano

El verano tiene sus cosas. Como el acordarme de tu vestido blanco invierno sobre tus piernas morenas. Hacía calor y nos sentamos a pensar en nuestro futuro imposible a la sombra de un árbol. Recuerdo tus manos y el aroma de tu cuello. El recuerdo no duele ni molesta, es apenas la constatación de que los años pasan en vano en algunas cosas y en otras devasta y destruye todo a su paso. Me obsesiona el recuerdo de la forma de tus caderas y tus piernas cruzadas dentro de ese precioso vestido. Con las manos sería imposible redibujarlas, como con mi boca sería imposible reinventar el tacto de tus pezones alargados como apuntándome acusadores, aunque los recuerdo bajo la ducha, los recuerdo asomados de ese otro vestido negro, los recuerdo bajo las sábanas acaloradas de ciertos atardeceres húmedos de sudor. El verano a veces es tu cadera inclinada, desnuda en mi memoria melancólica. O tus pezones oscuros y empinados hacia mí.